Ser vulnerables nos ayuda a aprender [Parte 1]

En un sector habituado a hablar de logros, apostamos por mirar al fracaso para crear una cultura de aprendizaje intencionado

12 de Marzo de 2020

Cuando cometemos errores sentimos miedo y vergüenza. Sentimos que, si las demás personas descubren que no somos capaces, nos descalificarán de inmediato y dejaremos de ser aceptadas. Esto es universal, todo mundo experimenta, de una u otra forma, miedo a no pertenecer. Es un rasgo evolutivo de nuestra especie que nos ha permitido prosperar como seres sociales, pero también es profundamente incómodo y nadie quiere hablar de ello.

Fracasar es parte de aprender ¿Pero, admitir que fallamos en público o frente a nuestros colegas? Eso es otro tema. En este blog hablamos de cómo, desde el Laboratorio de Aceleración del PNUD en México, trabajamos para deshacernos de un tabú en el sector social: “El miedo a compartir el fracaso” y cómo esto puede ayudarnos a desarrollar mejores soluciones para los retos que supone el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

Vulnerabilidad, componente esencial para aprender

Para que otras personas aprendan de nuestros errores, primero debemos abrirnos a compartir nuestros fracasos y ser vulnerables; a mostrarnos tal y como somos, seres imperfectos navegando un mundo lleno de incertidumbre que aprenden sobre la marcha lo que funciona y lo que no. Cuando comenzamos a reflexionar sobre este tema, no estábamos seguras cómo resonaría esta idea en el PNUD. Siendo que, a las personas que aquí trabajamos, es común que se nos perciba como expertas, capaces de resolver cualquier situación y sin mucho margen para equivocaciones, dado que se utilizan recursos públicos.

Por supuesto, hay gente muy capaz y con mucho conocimiento, tanto con PNUD como en el resto de las organizaciones del sector público y social, pero los retos de desarrollo que enfrentamos, tales como el cambio climático o el combate a la pobreza, son complejos, dependen de múltiples factores y no tienen una receta única. Para resolverlos de forma efectiva se requiere enorme esfuerzo y creatividad. Todo lo que ya sabemos se visibiliza para que pueda se pueda replicar y escalar. Pero los fracasos suceden y no pueden ni deben guardarse debajo de la alfombra.

Resulta que, contrario a nuestra inclinación natural a escapar de la vergüenza, mostrarnos tal como somos, con nuestros errores y permitirnos ser vulnerables, es la mejor receta para crear conexiones humanas sólidas y fomentar espacios de colaboración donde florezca la innovación y creatividad. Hay suficiente evidencia científica para respaldar este hecho, por ejemplo, aquí y aquí. Pero, en este blog trataremos de explicártelo de forma sencilla e intuitiva.

En el Laboratorio queremos acelerar la forma en que aprendemos a diseñar soluciones a los retos que enfrenta la sociedad para alcanzar el desarrollo sostenible. Retos que sabemos, son complejos, están interconectados y avanzan a ritmo acelerado. Para hacerlo, es importante hacernos de todas las herramientas a nuestro alcance y acercarlas a las personas que trabajan en el sector social para ayudarlas a alcanzar su máximo potencial. Eso incluye crear ambientes de trabajo propicios para la creatividad e innovación.

Fuckup Night en PNUD

Por eso, el pasado viernes 13 de diciembre organizamos una Fuckup Night  y un taller de formación de champions al interior de la oficina país del PNUD impartido por el Failure Institute. Fuckup Nights es un movimiento global fundado en la Ciudad de México que ha revolucionado el mundo de los negocios organizando charlas donde la gente comparte historias personales de fracaso profesional. Tienen capítulos activos en más de 300 ciudades en 90 países. Sus eventos ayudan a establecer nuevos paradigmas de desarrollo personal y profesional fomentando la vulnerabilidad, autenticidad y la empatía. Failure Institute es el brazo de operación que ha llevado las experiencias, modelos y conocimiento del movimiento a corporativos, ONGs, gobiernos y agencias de desarrollo en decenas de países.

Un evento de este tipo no había ocurrido antes en el PNUD en México. En la organización, hay otros espacios de oportunidad para generar aprendizajes, pero ninguno relacionado, de forma tan directa, con la vulnerabilidad y la empatía. Ahí radica el poder de este enfoque, pues crea un espacio seguro y abierto para retar la forma tradicional de ver el fracaso, abre a la posibilidad de cambiar el paradigma actual y ayuda a que las personas desarrollen una nueva habilidad socioemocional. Todo eso nos convierte en un equipo mejor preparado para lograr los ODS.

Fracasar, en cualquier contexto, se siente horrible. Fracasar en un proyecto de desarrollo, sabiendo que esos recursos pudieron haber hecho una diferencia y no lo hicieron, se siente peor. Por eso es tan grande la responsabilidad de aprovechar al máximo, el potencial de aprendizaje que tiene el fracaso. Para que los recursos no se gasten nunca en vano.

Ese día se sentaron las bases para promover un cambio cultural en la organización y a todas nos emocionó pensar en esta posibilidad de transformación. Claro que también hubo escepticismo y dudas de personas que asistieron de si “realmente” es posible llegar a sentirse cómodas mostrándose vulnerables. Es un reto enorme, por eso, en nuestra próxima entrada, compartiremos varias estrategias basadas en lo que aprendimos y recomendaciones que puedes seguir para ser parte del cambio. Ya sea que trabajes en PNUD o en cualquier otra organización del sector social.

También puedes utilizar este canal para compartir con nosotros. ¿Tienes una historia de fracaso que quieras compartir con nosotros de la que hayas aprendido algo valioso para el sector social? Comparte con nosotros y te ayudamos a socializarla. En el Laboratorio de Aceleración estamos creando la red de aprendizaje sobre retos del desarrollo sostenible más grande y ágil del mundo.